Todos los que tenemos hijos hemos podido confirmar en algún momento la sospecha de que un niño necesita un entorno apropiado.
Y no me refiero a poner gomas en las esquinas de los muebles...
Yo he tenido la satisfacción de confirmarlo una vez más este verano.
Hace menos de dos semanas estuve en mi pueblo, a 600 km de mi residencia habitual y me llevé a mi hija mayor, los gemelos y una amiguita de mi hija. Nos fuimos en tren y aunque ese no es el mejor ejemplo de entorno apropiado, si es una muy buena opción en comparación al coche. En el tren pueden levantarse, caminar, ir al baño, ver una película, comer, dormir, pintar, jugar a las cartas... y siempre hay algún viajero adulto dispuesto a echar una mano. De manera que después de mi experiencia, a partir de ahora el tren será mi perfecto aliado.
El pueblo del que hablo es muy chiquitito, a penas 11 habitantes en invierno. Sólo son dos calles paralelas con una plaza en medio, no hay opción de pérdida y no hay peligro, no hay desconocidos, no hay exceso de coches, no hay comercios... sólo hay un bar en la plaza (el Teleclub) que está regentado por los socios del mismo, o sea los habitantes del pueblo. El panadero viene con su furgoneta en días alternos, el pescatero y el frutero un día a la semana, al igual que el médico de cabecera. Una vez al mes viene el bibliobus y un par de veces al año el veterinario. Dos veces al día pasa un autobús de línea que te lleva o te trae de la ciudad. No tenemos cobertura de móvil aunque sí teléfono fijo y un acceso a internet un poco en periodo de prueba.
Ah! y cuatro veces al año hay fiestas en el pueblo.
Este es mi concepto de entorno apropiado e ideal. La gente vive en la calle, las casas están abiertas, los niños corren con sus bicis, montan casetas de leña, persiguen a las ovejas por el monte o cazan renacuajos en el arrollo.
Los días son mágicos, cada minuto inventan algo distinto, las posibilidades con un palo y una piedra son infinitas, los adultos (en general ancianos) se convierten en iguales con quienes conversar y compartir. Las noches no son noches, son otros mundos donde el canto de los grillos invita al relato de cuentos y secretos.
Las manos son para usarlas, es necesario mancharse, desinhibirse, gritar, cantar, caminar descalzo... Sentir que eres dueño de tu cuerpo, de tu tiempo... que eres libre.
Y esto es lo que han podido experimentar Inés y su amiga que a sus cinco años salían de casa a las 10 de la mañana y volvían a entrar a las 12 de la noche apurando hasta el último minuto. Eso sí, absolutamente rendidas y felices.
Estos es, precisamente, lo que no hay que perder pues en el vivir más sencillo, está la verdadera esencia de lo que significa hacer una vida ecológica, sana y natural que es lo que más necesitan los niños para crecer sanos y felices, desarrollando y potenciando todas sus capacidades y sentidos para poder aprender lo más vital y necesario para descubrir la mágia de la vida que sólo está donde hay vida natural y respeto hacia ella. Me encanta como expresas tus sentimientos hacia la vida y como la valoras. Me llega al alma y me inspira a responder pues estoy muy de acuerdo contigo. Gracias por estos estímulos tan positivos que das!
ResponderEliminarGracias a ti Lídia, me siento muy acompañada con tus comentarios.
ResponderEliminartrestrillistigres: Por cierto nely no me deja comentar en tu blog, no se porque me pasa en algunos blog. Me he hecho seguidora por si era eso, pero me sigue diciendo que no tengo autorización...te he escrito esto:
ResponderEliminarVaya blog más bonito! Es igual que el mio! jajaja.
No en serio me ha gustado mucho como escribes, cuando tenga un ratito te iré leyendo. Un beso!!!
Por cierto yo también soy de un pueblo pequeño de la rioja. Y me tienes que contar más sobre viajar en tren, porque con los trillizos lo tenemos muy dificil para movernos dos adultos con tres niños en los transportes públicos.
Cintia, no sé por qué no puedes comentar, espero que sea algo pasajero, a mi me ha pasado alguna vez y a fuerza de insistir lo he conseguido, supongo que habrás marcado desde qué cuenta quieres comentar...
ResponderEliminarPues lo del tren es muy sencillo, los bebés no pagan y los papis tienen descuento de familia numerosa. Tienes derecho a asistencia gratuita si la solicitas previamente, que básicamente consiste en acompañarte a chequear, subir e instalarte en el tren, no sirve para el trayecto ni para trasbordos entre estaciones.
Yo viajé sola con los cuatro niños, las dos mayores se apañan solas he incluso me ayudaron en un par de momentos vigilando a los enanos (mientras preparaba bibes y cambiaba pañales...). Y los dos pequeños que todavía no caminan ya se sientan solos así que mucho tiempo les dejé sentados en el pasillito del tren jugando en el suelo, cuando se dormían les tumbaba en algún asiento que siempre hay libres y sino paseando con los dos en brazos... o con la ayuda de algún adulto voluntario.
Para el equipaje sólo llevaba una maletita de ruedas con pañales, biberones, leche y ropita de recambio, el resto lo envíe con una familiar, también puede hacerse por correo (con MRW tienes un envío al mes gratuito por ser familia numerosa). Las niñas llevaban una mochilita cada una con colores, almuerzo, etc...
Y para subir y bajar del tren llevaba a un bebé atado delante con el fular y otro en la cadera con la badolera.
Toda una experiencia!!
Hola Nely, yo vivo en un pueblecito italiano y es tal como tú describes. Lo bueno es que tenemos la ciudad a 10 km y en unos minutos podemos ir a hacer compras y demás... pero la tranquilidad que se respira, el hecho de que todo el mundo llame por nombre a mi peque... me gusta.
ResponderEliminarPues que suerte tenéis!! Disfrutarlo!!
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