miércoles, 13 de febrero de 2013

La maternidad

Ya he hablado muchas veces de cómo la maternidad puede poner tu vida patas arriba, y no me refiero a tu día a día, a tu ritmo de sueño, a tus relaciones sociales, o al orden de tu casa... que por descontado.

Me refiero a tu escala de valores, a tu forma de mirar el mundo, a tu capacidad de relativizar, a tu aumento exponencial y por necesidad de creatividad, a ti, que ya no vuelves jamás a ser la misma.

Y ese cambio que llega de pronto un buen día, puede pasarte desapercibido durante semanas, meses, años... o tal vez nunca te permitas ser consciente de ello.

Pero si te lo permites, lo ves, lo aceptas y lo haces TUYO, porque tuyo es, se convierte en el trampolín de todo lo que serás a partir de ese momento.

No es fácil, aviso.

Porque los grandes objetivos requieren tiempo y energía, porque no todos los días te levantas igual, porque a veces hacen falta dos pasos atrás, o recogerse de nuevo para florecer más fuerte.

Las pausas elegidas, o impuestas por nuestro cuerpo cuando dice "hasta aquí", te permiten mirarte por dentro, aunque lo hayas hecho ya millones de veces, una más. Te permiten valorar el silencio, recordar tu objetivo, rodear aquello que te frena, y retomar de nuevo.

La maternidad te da la llave de ti misma, de ti depende abrir la puerta.