Nuestros hijos quieren saber, preguntan, observan, comentan... pero no se han creado todavía una opinión de las cosas. Están formando su espíritu crítico.
Esperan de nosotros respuestas y guía, nuestros actos, nuestras explicaciones, nuestros silencios... les sirven de base para la construcción de su propio pensamiento.
Tal vez parece que les influimos, pero es que es cierto, les influimos. Y lo hacemos porque es nuestro trabajo de padres. ¿Nos imitan? sí, ¿a quien si no van a imitar?.
Precisamente por eso es tan importante tratarles con respeto, para que lo imiten, lo interioricen y algún día lo lleven a cabo con plena conciencia. Y para que no consientan que nadie les trate de otro modo.
Os trascribo una conversación que tuve el otro día con mi hija de 5 años a propósito de los toros embolados:
Yo- ¿Y tú qué opinas?
Ella- mmmm... ¿qué opinas tú, mamá?
Yo- No, qué opinas tú?
Ella- Es que si no me lo dices tú primero no sé qué contestar.
Yo- Pues opino que los toros embolados bla, bla, bla...
Ella- Ah! Pues yo lo mismo pero no sabía explicarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario