viernes, 29 de junio de 2012

#DesmontandoaEstivill

(Rescato este post con motivo del Día Mundial del Sueño Feliz)

ESTAR. (A favor del colecho).

A mi me encanta dormir acompañada.

Desde que nació mi hermana cuando yo tenía casi 4 años, he compartido habitación, y desde que nació mi hermano a mis 12 años, he compartido cama, por puro placer. El placer de sentir la presencia del otro, de tenerlo al alcance de tu mano, de acompañar sintiéndote acompañado, de recibir y ofrecer seguridad.

Evidentemente no podría pedirle a mis hijos que durmieran sólos aunque quisiera (que no quiero) porque no se me ocurren razones de peso para hacerlo.

No veo por qué pueden necesitarme menos de día que de noche, no veo por qué voy a querer perderme esas horas de su vida, ¡cada día!.

Pienso en ellos cuando les imagino despertando a media noche sin saber dónde está su mamá y simplemente decido estar. Pienso en mi cuando imagino el placer de sentir su manita tocando mi hombro entre sueños para asegurarse de que sigo ahí, y decido seguir estando.

Priorizo cuando empiezan a surgir incomodidades relacionadas con el colecho (patadas, codazos, niños que se despiertan unos a otros, papás que acaban en el sofá...) y elijo la cama de 2x2 antes que las lámparas del salón. Continúo estando.

Elijo entre estar ahora que ellos quieren, necesitan y no están preparados para otra cosa, o echarles de menos y arrepentirme cuando alcen el vuelo, tal vez faltos de seguridad en sí mismos. Me quedo.

Prefiero el contacto de la piel pegajosa en verano al frío de unas sábanas vacías, prefiero el ruido de mi pequeña multitud al silencio que no acompaña, prefiero darles la realidad de mi presencia mientras pueda, a la promesa de una buena intención.

Y me da igual si al resto del mundo le parece bien o mal, en la intimidad de mi casa elegimos los habitantes de la misma.

Y los demás si quieren colechar que lo hagan, si no quieren que no lo hagan, si tienen dudas que lo prueben, si lo prueban y les gusta que no busquen más excusas, y si lo disfutan que lo compartan (todos nos enriquecemos un poco con la experiencia del otro).

Y mientras tanto,  nosotros elegimos seguir estando.


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