De momento se trata de una batalla de poder entre matronas y
ginecólogos dentro del entramado sanitario con la mujer de por medio, fingiendo
que se le devuelve un poder que no debería habérsele quitado jamás, y en
realidad sólo se le está “permitiendo” ser parte del proceso y no vehículo del
mismo.
Afortunadamente, dentro de esta lucha se producen logros que
benefician a todas las partes, pero que quedan limitados a hospitales concretos
de provincias determinadas, y en muchos casos la mujer no puede elegir en qué
hospital parir sino que debe acudir al que le toca por zona.
Es un claro avance verbalizar y poner por escrito que el
embarazo no es una enfermedad, pero en la práctica la mayoría de profesionales
lo siguen tratando como tal: revisiones periódicas en exceso, análisis que se
revisan en busca de “problemas”, catalogación del embarazo por niveles de
riesgo en la propia cartilla del mismo, ecografías donde se puede cortar el
silencio, lo cual somete a la mujer a un estado de tensión importante… Pruebas
muchas veces innecesarias y peligrosas como amniocentesis, prueba de la
glucosa, o tactos vaginales excesivos. No podemos olvidar el trato
condescendiente de los profesionales, dando por hecho que no tienes ni idea,
que todo lo hacen por tu bien y, si decides no someterte a alguna de las
pruebas, o pretendes tomar alguna decisión fuera de lo usual, verbalizan que no
estás pensando en tu bebé.
Todo esto mina la confianza de la mujer y la posiciona donde
ellos quieren, en sus manos.
También es un avance a tener en cuenta la reducción en el
número de cesáreas, aunque precisamente en la Comunidad Valenciana, es
escandalosamente alta (31% en 2010). La reducción del número de episiotomías y
por supuesto el bajo porcentaje de mortalidad infantil en el nacimiento.
El reto a perseguir sería lograr que no se considerara la
reclamación de un parto respetado como un movimiento minoritario, “alternativo”
y “fuera del sistema”. Que se le de a esta necesidad social la importancia que
realmente tiene.
Es necesario un protocolo de actuación común a nivel
nacional, y que se implante en todos los hospitales de forma obligatoria. Es
importante que se recicle a los profesionales, que se les conecte con la
realidad más humana y menos técnica, y que se extrapole al resto de
profesionales en contacto con la mujer embarazada, antes y después del parto.
Una mujer recién parida también debe ser respetada en sus decisiones.
El profesional puede ofrecer ciertas pruebas y recursos, más
o menos protocolarios, la mujer puede y debe elegir si los quiere o no. El reto
es que el profesional lo respete.
Finalmente me gustaría destacar algunos puntos que considero
a mejorar desde mi experiencia personal:
-
No puede aceptarse la técnica canguro para prematuros y
al mismo tiempo prohibirla por falta de espacios adecuados para ello. En palabras
del personal: “si te permitimos estar constantemente en la sala de incubadoras
portando a tu bebé, todos los padres querrán hacerlo”. (Pues mucho mejor!!!).
-
La enfermería de maternidad debe estar igual de
sensibilizada que la plantilla de la zona de partos. La madre tiene derecho a
ver a su bebé desde el primer momento y en cualquier circunstancia, aunque el
bebé se encuentre en incubadora. Los profesionales que circulan por la planta
de maternidad no pueden ni deben hacer pruebas al bebé o la madre sin
presentarse previamente e informar de lo que piensan hacer. Llamar a una puerta
cerrada antes de entrar es signo de buena educación.
-
Un bebé prematuro no tiene que ser alimentado con
biberón necesariamente y sin previo consentimiento de la madre. Los bancos de
leche materna deben funcionar en la práctica, no sólo en teoría.
-
Según las estadísticas del observatorio de Salud
Infantil y Perinatal, en 2010 en la Comunidad Valencia, el 23’7% de los
nacimientos fueron de madres de origen extranjero, sin embargo no he visto
traductores en la planta de maternidad, lo que sí he visto es una mujer
marroquí que acababa de tener un bebé con Síndrome de Down y labio leporino a
quien nadie explicaba nada porque no entendía el idioma.
-
¿Para qué quieren cunas con ruedas y luz ultravioleta
incorporada si no se permite colocarlas en la habitación junto a la madre?
-
No pueden seguir separando a las madres de sus bebés
durante más de dos horas tras una cesárea por una mera cuestión de
organización. Si el anestesista tiene que controlar la recuperación de varios
pacientes a la vez, que se derive la responsabilidad en un mayor número de
profesionales, o que se permita la entrada de los neonatos en la sala de
reanimación. Así de fácil.
-
Y, por último, en caso de cesárea o riesgo de haberla,
el parto se produce en quirófano, ¿por qué puede haber más de 16 profesionales
pululando por la sala y no puede estar el padre?
Amanda Greavette |
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