Artículo originalmente publicado en La Invasión Twin.
(Gracias Núria, por empujarme a enfrentar la realidad).
Hace días (en realidad casi dos meses), que le doy vueltas a
este artículo que me pidió Núria para celebrar el primer aniversario de su
blog. Conste que no me puso condiciones, sólo que hablara de la crianza de
múltiples, y yo, como mamá de gemelos pensé “uy qué fácil, vale!!”.
Pues de fácil nada. Resulta que pensando, pensando,
pensando… me doy cuenta que sólo me sale el agravio comparativo, crianza de
múltiples vs. crianza de uno, donde obviamente (para mi) la de múltiples sale
perdiendo.
Así que por amor a mis pequeños gemelos y un mal
planteamiento inicial, no terminaba de lanzarme. Y de pronto alguien me dice,
¿sabes cuántas madres de múltiples sienten lo mismo que tú y no se atreven a
ponerlo en palabras?
Pues aquí estoy, pretendiendo ser sincera conmigo misma y de
paso dar voz a otras que puedan sentir parecido.
No es que no quisiera tener gemelos, es que no entraba
dentro de mis planes, es que para mi no era una posibilidad y es que, en
realidad, no estaba preparada para ello. Yo quería ser madre de nuevo y poner
en práctica todo lo que mi maternidad primeriza me había enseñado, lo que había
aprendido, lo que hubiera querido hacer con la mayor y por la razón que fuera
no pude, o no supe. Tal vez quería sanar y no lo sabía. Tal vez idealizaba la
maternidad y continúe idealizándola después de nacer los gemelos.
Idealizar significa vivir en el imaginario sin poner la
pizca de realidad que necesitas para no machacarte cuando las cosas no salen
como querías. Y yo quería un embarazo consciente, un parto natural, una
lactancia prolongada, colechar, criar con apego, portear y fusionarme con mis
bebés.
Pero son dos (más una), y aunque mucho de lo que me propuse
lo fui consiguiendo, en demasiadas ocasiones fue más sacrificio que disfrute. Y
si me paro a analizar esta sensación me doy cuenta de que lo natural es tener
un bebé, pero tener dos o más puede superarnos y entonces necesitamos AYUDA!!
No pasa nada, podemos pedirla, podemos recibirla, no somos
más débiles o peores madres por ello. Podemos reclamar una tarde a solas,
podemos alegrarnos de que llegue la hora de ir a trabajar. Tenemos derecho a
desconectar y no por ello queremos menos a nuestros hijos.
Podemos expresar que nos duele no poder pasar horas con
nuestro bebé en brazos porque el otro nos reclama, que nos sentimos culpables
porque el sueño nos puede cuando ellos quieren jugar, que querríamos una casa
más limpia y recogida pero esto es lo que hay, que se te parte el corazón
cuando te das cuenta de que te has adaptado al llanto y no reaccionas con la
misma rapidez. Podemos verbalizar claramente que estamos enfadadas, furiosas,
decepcionadas, tristes, superadas… y permitirnos estarlo. Reconocer lo que
sentimos, reconocernos imperfectas, y empezar desde ese punto.
Necesitamos, ante la llegada de múltiples, un
replanteamiento, una tribu entera dispuesta a tender una mano, una buena dosis
de humildad para aceptar hasta dónde puedes llegar y… tiempo.
Tiempo para ver que tus bebés crecen, que están sanos, que
son felices, que les quieres con locura y que mereció la pena.
Gracias a tí Nely, sólo leerlo ya te comenté que me parecía un ejercicio increíble de sinceridad, que pocas mamás se atreven a hacer en voz alta. Y no pasa nada, porque todas nos sentimos así, y con mellizos o gemelos aún más... yo el otro día escribía que he aprendido a que no puedo llegar a todo. Y por mucho que queramos a los peques, hay momentos en que nos desquician, que te ponen de los nervios y pueden contigo. Y en ese momento necesitas espacios para tí sola. Reivindicarlos tambien forma parte de esta increíble aventura.
ResponderEliminarGracias Nely, un beso enorme!
Nuria
A mi también me parece un magnífico ejercicio, y tu una valiente. Seguro ya lo sabes!
ResponderEliminarUn abrazo
Me parece muy sincero, coherente y realista todo lo que has dicho. Gracias por compartir-lo. Como mami de mellizas he tenido muchas veces esa sensación, la idealización de la maternidad, el esforzarme para llegar a todo, la crianza con cariño y con apego en mi maternidad múltiple (en la medida que ha sido posible), la casa, el trabajo, el marido, el hermano mayor,... y siempre con una sonrisa en los labios. Algunas cosas han salido bien y otras no, y hay que saber aceptar cuando no llegas a todo, pedir ayuda, reconocernos imperfectas y aprender a perdonarnos para hacerlo mejor la próxima vez. Me quedo con tus últimas palabras: "Tiempo para ver que tus bebés crecen, que están sanos, que son felices, que les quieres con locura y que mereció la pena". Simplemente precioso y sí, merece la pena, y mucho!
ResponderEliminarUn abrazo,
Irene