Todos soñamos un poquito, imaginamos mundos, personificamos objetos, nos ilusionamos y sonreímos ante argumentos sorprendentemente posibles.
Tal vez, exagerando bastante, podría decir que soy la reina de las soñadoras. En mi mundo todo es posible y lo ha sido siempre. Y ahora, que soy madre y se espera de mi una pizca de madurez, resulta que soy más soñadora si cabe.
Mi mente galopante viaja de extremo a extremo en mundos increíbles y vuelve cargada de seguridad y aplomo, pero lo mejor de todo es que esta mente galopante no tiene límites, nadie se los impone porque nadie tiene permiso para entrar en ella a poner orden. Es mía y es libre.
En esta tesitura podían ocurrir millones de cosas con la edad o la llegada de la maternidad, pero ocurrió una que fue mejor que ninguna: que tengo una hija tan soñadora como su madre (de los pequeños aún no puedo hablar).
Qué suerte y qué riqueza vivir rodeada de mundos mágicos a cual mejor. El de los sueños, el de las estrellas, el de las princesas, el de los objetos que nos rodean, el del amor... y cada uno de ellos adaptado al momento, a "nuestro" momento.
No hace falta que sean mundos perfectos, no hace falta que sean típicos o estereotipados. Nuestros sueños a veces son pesadillas, las estrellas también se enfadan, las mesas se ponen celosas si siempre te sientas en las sillas, las princesas a veces no quieren príncipes, y el amor suele ser caprichoso.
No necesitamos que otros lo entiendan, ni siquiera nosotras mismas, para eso Inés tiene una explicación que no deja lugar a dudas: "será de ese mundo al que no se puede ir, ni volver", y con el que sin embargo tenemos línea directa.
Esto nos permite además tener nuestra percepción alerta, en sentido positivo, para integrar fácilmente nuevas y maravillosas posibilidades, sin miedo a lo desconocido. O sin mucho miedo al menos, porque el miedo también es un mundo.
Es un auténtico placer cuando Inés se remanga y dice: "Mamá, voy a experimentar!", nunca sabes qué puede venir a continuación, pero será mágico, seguro.
Un placer leerte, como siempre, pues comparto tus palabras y sentimientos de libertad y mágia hacia la vida y hacia nuestros/as hijos/as! Besos sinceros!
ResponderEliminarEs estupendo que tanto madre como hija sean así de soñadoras! El mundo necesita sueños y gente que los sueñe! Un besazo Nely!
ResponderEliminarA propósito el nombre de Inés me encanta!
Lídia, GRACIAS.
ResponderEliminarSarai, si que nos hacen falta unos cuantos soñadores, mejor nos iría... Un besazo.